Comienza un año que va a estar irremediablemente determinado por la convocatoria electoral. Se renovarán los ayuntamientos, cabildos, consejos insulares y buena parte de los gobiernos autonómicos. Son unas elecciones que llegan en un momento de extrema polarización y de crisis institucional y democrática.
Parece evidente que un clima preelectoral no va a contribuir a sosegar el debate público, sino que más bien al contrario, el “griterío” y el enfrentamiento político, en ocasiones vacío de contenido y casi siempre alejado de las preocupaciones cotidianas de la población, irá en aumento. En este contexto corremos el riesgo de que una fuerte desafección afecte a la participación de la ciudadanía en las urnas. Que profundice en la fragilidad de la democracia.
Como he comentado en varias ocasiones, estamos en un periodo transcendental. Después de la crisis de 2008, la pandemia, la inflación y los peores efectos de la invasión de Ucrania, la economía en España, de Canarias y de Gran Canaria en particular, muestra claros síntomas de recuperación. Las cifras de empleo están alcanzando niveles que no se veían desde 2008, justo antes de la “Gran Recesión” y hemos recuperado el número de visitantes y el empleo turístico previos a la pandemia.
Están también empezando a llegar los fondos Next Generation, y los programas asociados a ellos, lo que supone la mejor oportunidad que ha tenido esta tierra nuestra para diversificar su economía de manera efectiva. Asimismo estamos atravesando los momentos clave de la transición ecológica y energética. Estamos transformando nuestro modelo energético para ser una isla 100% renovable y queremos descarbonizar nuestra economía al tiempo que nos adaptamos al cambio climático.
En Canarias, además, debemos abordar problemas complejos como la cuestión del reto demográfico (zonas e islas superpobladas mientras otras se vacían y envejecen), la gestión de las migraciones y la convivencia intercultural en un contexto en el que la UE nos quiere convertir en “islas cárceles” para migrantes, o seguir luchando contra un 18% de desempleo presente en nuestra sociedad y una pobreza y exclusión social que son crónicas.
Son solo algunos ejemplos de los retos que tenemos que afrontar en los próximos años y en los que las administraciones locales, insulares y autonómicas jugamos un papel fundamental. Es sobre estos temas sobre los que deberían girar las próximas elecciones y sobre los que los partidos deberían plantear sus propuestas.
Sin embargo la derecha (tanto PP, como Vox, como lo que queda de Ciudadanos) está empeñada en convertir las elecciones municipales y autonómicas en una suerte de “plebiscito” sobre el presidente Sánchez y el gobierno de coalición, aumentando la polarización en el eje PSOE-PP. Se trata, por otra parte, de un escenario en el que el PSOE parece sentirse cómodo dado que entiende que contribuye a movilizar a su base electoral y al electorado progresista en general.
Ahora bien, desde el punto de vista democrático esto supone un serio problema ya que cuestiona uno de los principales mecanismos de las democracias liberales: la rendición de cuentas. Si se vota a una candidatura a un ayuntamiento, cabildo o gobierno autonómico pensando en clave estatal, no se están evaluando las políticas propias de esas instituciones. No estaremos valorando la gestión de aspectos claves para nuestra calidad de vida, como la movilidad, la sanidad, la protección del medio ambiente, la educación, las políticas sociales… Se pervierte de esta manera la evaluación por parte de la ciudadanía de la gestión de las políticas locales y se centraliza el debate de manera perjudicial para los diversos pueblos del estado español.
El mejor ejemplo de lo que estoy explicando lo tenemos en la Comunidad de Madrid. La acción de gobierno de Ayuso ha sido desastrosa en prácticamente todos los campos. Ha sido incapaz de aprobar el presupuesto, la gestión sanitaria ha provocado el hartazgo y la huelga de los profesionales, la de las residencias para personas mayores durante la pandemia rozó lo delictivo… pero Ayuso no suele hablar sobre ninguno de estos temas, sino que se parapeta detrás de una pueril oposición del Gobierno de España al que culpa de todos sus males.
No obstante, afortunadamente este clima de extrema polarización no tiene un reflejo en Gran Canaria y en Canarias. Evidentemente existe enfrentamiento y confrontación política, pero el clima en el que se desarrolla está normalizado y es bastante habitual que se llegue a amplios acuerdos en leyes y medidas relacionadas con el cambio climático, la ordenación del territorio, las políticas sociales o de igualdad y lucha contra la violencia de género.
Creo que esto es un importante valor que debemos destacar y conservar frente a las dinámicas centralizadoras. Somos una sociedad muy plural y diversa y esto tiene su expresión política en un amplio abanico de opciones a derecha e izquierda. Los gobiernos de coalición y los pactos entre fuerzas a ambos lados del espectro son habituales en nuestras instituciones.
Por eso afrontamos el año con la mirada puesta no en las elecciones, sino en el ingente trabajo que nos queda por delante. La estabilidad política, el debate sosegado y la capacidad para llegar a acuerdos van a ser fundamentales para encontrar soluciones a los diversos problemas de Gran Canaria y de Canarias. Y estamos convencidos de que el trabajo serio, cotidiano y constante es la única manera de avanzar.
Pero es imprescindible que tengamos claro que en este año que comienza, en el que seremos llamados a las urnas, hemos de decidir desde nuestros barrios, pueblos, ciudades e islas el modelo que queremos para Gran Canaria y para Canarias. Hemos de decidir aquí lo que nos afecta aquí sin dejarnos llevar por climas preelectorales, polarizaciones importadas y las dinámicas centralistas que tanto daño están haciendo a nuestra democracia.
Desde el Cabildo tenemos muy claro el modelo de futuro que queremos para Gran Canaria, tenemos muy claro por dónde transitar, por dónde seguir avanzando con ese modelo de ecoísla que se ha ido consolidando como la mejor manera de garantizar un futuro ecosocial para los hombres y las mujeres que la habitan y para la biodiversidad que la sostiene.
Si algo se ha venido a poner de manifiesto en los últimos años es que, pese a las dificultades, vamos en la dirección adecuada. Necesitamos una isla más sostenible, más diversificada económicamente, con mayor bienestar social e igualdad. Necesitamos innovación y desarrollo autocentrado y ser menos dependientes del exterior en energía y en alimentos. Y seguir trabajando en la seguridad hídrica, la mitigación y adaptación de la isla frente al cambio climático, la diversificación apoyada en las economías azul, verde y circular, la digitalización, la movilidad pública y guiada, la industria audiovisual, el turismo sostenible, diversificado y digital, la reforestación, la protección de la biodiversidad, la gestión inteligente de los recursos… Es innegable que estamos dando importantes pasos en esa dirección, que Gran Canaria y su gobierno insular tienen un proyecto de isla refrendado por los datos y un amplio apoyo social. No está todo hecho, queda mucho por hacer, pero sabemos a dónde ir, por dónde ir, y no nos faltan ni ganas ni fuerzas para hacerlo posible.
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria