No se puede entender la historia de la ciudad, de la isla, de la provincia y de la autonomía sin la participación de la sociedad civil, organizada como un movimiento cuyo impulso modernizador contribuye a transformar a toda la comunidad. Y este ha sido el caso en los dos últimos siglos del Gabinete Literario, una institución que desde sus orígenes y a lo largo de toda su trayectoria, ha devenido en un órgano de compromiso social. Se ha proyectado como gabinete y destacado como literario, como impulsor de movimientos sociales y culturales, al mantener con firmeza y visión de futuro la defensa de Gran Canaria y, por ende, el progreso para el Archipiélago.
La motivación del Gabinete ha sido siempre la reivindicación unánime del protagonismo de Gran Canaria, una necesidad sentida de reconocimiento y respeto a cada isla en su autogobierno. Esto terminaría traduciéndose en importantes logros con la creación de los cabildos insulares, la división provincial, las mancomunidades provinciales, el Estatuto de Autonomía de Canarias, la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la aprobación del Régimen Económico y Fiscal de Canarias.
No olvidemos que esta isla ha tenido que luchar decididamente para conseguir casi todo. Desde centros educativos y asistenciales hasta el derecho a decidir sobre su autogestión. Y para ello la sociedad se ha movilizado a través de la Junta de Comercio, el Círculo Mercantil, la Real Sociedad Económica de Amigos del País, la Cámara Oficial de Comercio Industria y Navegación de Las Palmas y otras, apoyando y animando los esfuerzos de las corporaciones locales.
Sin embargo, el papel protagonizado por el Gabinete Literario es de singular trascendencia. Su voz llega más allá de las paredes del magnífico edificio de su sede que, en su momento, reflejó el cambio modernista en la sociedad insular, aportando un elemento de belleza arquitectónica a nuestra capital con la obra -una pieza singular de este movimiento artístico a caballo entre los siglos XIX y XX- que proyectaron Fernando Navarro y Rafael Massanet. El Gabinete es un símbolo arquitectónico y urbano de la ciudad, así como uno de los principales promotores de iniciativas culturales, educativas, artísticas, de análisis y debate de ideas.
Los fundadores de esta institución eran llamados los niños de La Laguna, porque desde allí un grupo de estudiantes grancanarios -Cristóbal del Castillo y Manrique de Lara, Antonio López Botas, Domingo J. Navarro y Juan Evangelista Doreste- imaginaron las posibilidades de su isla. Cuatro ilustres que han tenido dignos sucesores en la labor de apoyo al progreso de esta comunidad insular con su rigor de análisis y su decidida movilización para que los hombres y mujeres de nuestra isla logren su futuro y su prosperidad. Además, la ciudad y la isla deben al Gabinete la creación de entidades que han contribuido al desarrollo cultural, educativo, sanitario y comercial de Gran Canaria, lo que nos muestra su vocación de servicio a la comunidad, de forma organizada a través de un colectivo social que sabe agitar y remover los cimientos de las instituciones y sus recursos, y también de la ciudadanía.
El Gabinete ha llevado a la práctica, siempre, el principio de pensar globalmente y actuar localmente. Esta entidad tiene este carácter cosmopolita como seña de identidad de la institución y de nuestra capital portuaria y multicultural. Una anécdota refleja esta vocación y fue su protagonista Agustín Millares Torres, el precursor de la primera Sociedad Filarmónica de España y de la creación en el Gabinete de la Orquesta Filarmónica de Las Palmas, hoy de Gran Canaria. El historiador acudía habitualmente al Gabinete y leía los periódicos extranjeros que llegaban en barco. En uno de ellos supo que el compositor Camille Saint Saëns se encontraba en paradero desconocido, cuando en realidad paseaba de incógnito por la isla. Inclusive llegó a tocar con los músicos locales. El misterio se resolvió en el Gabinete.
La Desamortización y la construcción del puerto obraron la gran transformación y modernización de Gran Canaria. Las tierras de ‘manos muertas’ que ocupaban gran parte del suelo de la ciudad “vetusta, levítica y conventual” -como la llamó Pancho Guerra-, daría paso a “…esta pequeña ciudad española… A pesar de sus letreros en inglés. A pesar de sus indios. A pesar de su carbón británico y sus maderas noruegas”, según la describió Alonso Quesada, quien también conoció el primer gran teatro de Canarias, el Tirso de Molina. Desde estos salones se planeó y consiguió un centro digno para preparar los estudios con el Colegio San Agustín, aunque los exámenes tuviera que realizarse en Tenerife hasta bien entrado el siglo XX. También promovieron la Caja de Ahorros y animaron la iniciativa de Fray Lesco, Juan Carló y Nicolás Massieu para crear la extraordinaria Escuela Luján Pérez.
Fomentaron la lírica con los certámenes de Juegos Florales y la pintura y escultura con las bienales de arte cuyo prestigio reconocía la gran calidad de los y las artistas de Gran Canaria en una etapa de la historia de España en la que la libertad de creación estaba sometida a la censura previa bajo criterios de represión moral y política. En los años setenta lideró la demanda de una Universidad para la provincia, tras el rechazo a la regionalización de la Universidad de La Laguna y el boicot a la Universidad Internacional Pérez Galdós. Y no paran, y suman otros compromisos con esta isla impulsando iniciativas que demuestran la constancia y visión de esta entidad como la del Centro Unesco de Gran Canaria. Me cabe el honor, y quiero señalarlo, de que en este mandato, el Cabildo de Gran Canaria haya contribuido de manera especial con más de un millón de euros a rehabilitar las torres, la fachada y el piso del Salón Dorado del Gabinete Literario y a ayudar a hacer posible la hermosa tarea del Centro Unesco.
Celebrar estos 175 años es la gran oportunidad que nos permite mirar con optimismo las enormes posibilidades que tiene la sociedad grancanaria. La historia nos avala para confiar en que siempre hemos encontrado la dirección y el impulso para cambiar las injusticias que nos limitan. Y entiendo que en estos momentos Gran Canaria se encuentra en una encrucijada en la que se necesitan voces, presencias, empujes y acciones como las que el Gabinete Literario ha protagonizado a lo largo de su historia, de nuestra historia. Y las echo de menos.
En los últimos años han tenido eco en diferentes foros distintos profetas del pesimismo, a veces dentro de nuestras propias organizaciones sociales, políticas o mediáticas. Intentan oscurecer los avances de nuestra sociedad, para crear conformismo y así favorecer posiciones de privilegio, fundamentalmente en el poder autonómico, en los aledaños de los que controlan el Gobierno de nuestro archipiélago. Pretenden justificar unas posiciones subalternas para nuestra isla, trasladando a nuestra sociedad un mensaje torticero, pesimista, desalentador, por puros intereses políticos, mediáticos o empresariales.
Gran Canaria ha sido discriminada en los presupuestos de la Autonomía, en la distribución del FDCAN, en la distribución de los altos cargos de control del gobierno en el territorio, la economía o el turismo. Una media del 60% pertenece a Tenerife y solo un 28% procede de Gran Canaria. Sucede algo parecido con la ZEC donde el control permanente de la vicepresidencia y presidencia por parte de personas de Tenerife ha hecho que en los últimos años la captación de empresas, de inversiones y la creación de empleo se escore radicalmente hacia esa isla. El año pasado, el 80% del capital se quedó en Tenerife y también 772 puestos de trabajo frente a los 320 que se crearon en Gran Canaria.
Del año 2000 al 2015 Gran Canaria descendió en su participación en el PIB regional. Pasó de representar el 42% a reducirse al 38,6%, según datos de la Confederación Canaria de Empresarios. Desde el año 2003 se produce una caída permanente del diferencial en contra de Gran Canaria, entre otras cosas por un trato discriminatorio de las administraciones públicas, medido en cientos de millones de euros. La CCE lo cifró en tres mil millones a partir de 2008. Hace unos días el rector de la ULPGC denunció la discriminación presupuestaria de nuestra universidad frente a la de La Laguna. Nuestra universidad recibe cinco millones de euros menos anualmente que la universidad lagunera.
Frente a esta posición injusta, desde el Cabildo de Gran Canaria estamos decididos a dar voz, a liderar el bloque del progreso, de la innovación, del orgullo de pertenecer a una sociedad esforzada y trabajadora como la grancanaria. Sociedad de transformación frente al bloque del pesimismo; sociedad de la dignidad frente a la sumisión; sociedad del optimismo frente a los agoreros de dentro y de fuera; sociedad cohesionada frente a quienes nos desean divididos y enfrentados.
Y hacerlo cuesta y mucho. Una parte de la sociedad civil organizada mira para otro lado. Desde dentro de nuestra propia isla aparecen voces tachándonos de insularistas cuando ponemos sobre la mesa esta realidad. Medios comprados me atacan, nos atacan, una y otra vez con informaciones distorsionadas o campañas organizadas contra mi persona o el gobierno de la isla. Se buscan testaferros incluso para denunciarme ante la fiscalía, afortunadamente sin éxito. Algunos representantes políticos y empresariales -en clara sintonía política- intentan sembrar dudas sobre la evolución económica positiva de la isla y los desequilibrios presupuestarios… Partidos políticos que hasta ahora denunciaban estos desequilibrios y que, ante su descalabro, deciden sumar sus fuerzas a los que antes denunciaban legitimando así las discriminaciones…
Gran Canaria debe ser la referencia preferente de quienes somos servidores públicos y debería ser también de quienes son inversores o trabajadores en esta tierra. No es tiempo de silencios cómplices. Ni de cambios de chaquetas. Ni de entreguismos interesados. Nos necesitamos para mantener firme la vela, bolinear con inteligencia y tirar de la escota juntos. La celebración del 175 aniversario del Gabinete Literario y su compromiso histórico con Gran Canaria es un buen momento para reflexionar sobre ello.
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria