Acaba una Semana Santa que no ha tenido ninguno de los componentes que la identifican, la primera que se suspende desde 1936. Pero también ha sido el momento en el que han empezado a llegar las primeras buenas noticias. Parece que finalmente estamos consiguiendo “aplanar la curva”, que el número de nuevos contagios, hospitalizaciones y muertes va descendiendo día a día y que cada vez estamos más cerca de poder levantar el confinamiento aunque sea de manera escalonada y progresiva. Pero mientras llegue ese momento es más importante que nunca que sigamos en nuestras casas para que el esfuerzo colectivo que hemos realizado hasta ahora no haya sido en balde.
Cuando salgamos de nuestras casas el mundo al que volveremos tendrá poco que ver con el que conocíamos hasta el 14 de marzo, día en que se decretó el estado de alarma. El levantamiento de las medidas será progresivo, por lo que muchos sectores y actividades seguirán inactivos. Además en unas islas cuya principal actividad es el turismo, el impacto económico va a ser de gran calado y prolongado en el tiempo. Por eso, cuando según los responsables autonómicos, la gestión sanitaria de la crisis está bien encaminada, es el momento de pensar en el día después de la pandemia.
Creo que si algo se ha puesto de manifiesto en estos días es la necesidad de seguir avanzando, con más razones si cabe, en lo que yo he definido como un modelo de ecoisla (y que debería ser también de ecoarchipiélago). Es prioritario que destinemos todos nuestros esfuerzos a un cambio de modelo productivo que tiene que estar basado en la soberanía energética y alimentaria, en una transición ecológica socialmente justa y específica para Canarias. Tenemos que diversificar nuestra economía para intentar limitar la dependencia del turismo (que aun así seguirá siendo la principal actividad económica de las islas) pero el propio turismo tiene que acelerar su reconversión hacia la sostenibilidad, lo que nos hará más competitivos en un mundo marcado por la creciente sensibilidad hacia la emergencia climática.
Creo que ya quedan pocas dudas de que las energías renovables tienen que ser uno de los principales pilares de nuestro modelo productivo. Además este tipo de fuentes de generación tienen la capacidad de democratizar la producción de energía, generando ahorro y/o beneficio para las familias, para las pymes e incluso para las instituciones públicas. En nuestro archipiélago, la economía azul, la ligada a las actividades marítimo marinas, también podría proveernos de diversos sectores innovadores y competitivos. Asimismo tenemos que seguir mejorando la gestión del ciclo integral del agua, reutilizando e impidiendo que se malgaste, apoyándola en energías limpias y dotando a nuestros hogares y a nuestros campos de agua producida de manera sostenible y a precio razonable.
La pandemia también nos ha hecho confirmar lo que veníamos planeando: la importancia crucial del campo y los pequeños y medianos productores para dotarnos de una alimentación sana, saludable y asequible. Una actividad esencial además para crear empleo en zonas rurales y vincular nuestra gente a sus tierras y sus pueblos, para luchar contra el cambio climático, preservar el paisaje, la identidad, las tradiciones, etc. Una actividad que se ha visto duramente golpeada por el cierre repentino de las instalaciones hoteleras y la restauración. Es necesario aumentar y mejorar los canales de distribución como hemos hecho con la creación de un mercado digital a través de la página www.grancanariamegusta.com para la venta directa de estos productos.
Hay otros muchos sectores que podrían generar riqueza, empleo y competitividad en nuestra economía al tiempo que nos permitirían mitigar el cambio climático y adaptarnos a él. La movilidad sostenible, eléctrica y pública, las reforestaciones y el sector forestal en general, la protección de la biodiversidad que debe estar ligada a la investigación y la innovación o la rehabilitación energética de los edificios, etc., son algunos de estos sectores. Pero es evidente que un esfuerzo como el que vamos a realizar para paliar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia no puede depender en exclusiva de un gobierno. Es imprescindible incorporar toda la inteligencia colectiva que atesora nuestra sociedad, involucrando a la sociedad civil, implicando a universidad, sindicatos, empresarios, organizaciones sociales, centros de investigación, etc., en un gran pacto social y económico que debe marcar nuestro futuro.
En ese sentido, esta semana recibí una carta firmada por los catedráticos, profesores universitarios, investigadores y profesionales vinculados a la economía, el turismo y la sostenibilidad, Carmelo León, Luis Hernández Calvento, Aridane González, Marcelo Mautone, José Luis Navarro y Daniel Celis ofreciendo su colaboración desinteresada para generar un grupo de trabajo destinado a “reiniciar toda nuestra actividad con el objetivo de una modificación de nuestros principios de desarrollo, hacia una Economía Circular, que nos lleve a lograr ese ansiado estatus de Canarias referente de sostenibilidad en el mundo”.
Tengo en primer lugar que mostrar mi más sincero agradecimiento a estos especialistas, dispuestos a poner al servicio de la sociedad su conocimiento en un momento tan importante de nuestra historia reciente. Su compromiso va a ser fundamental para construir un futuro en común más justo y sostenible. Pero también debo mostrar mi satisfacción porque sus propuestas de trabajo están claramente en la línea del proyecto que desde 2015 estamos implementando en el Cabildo de Gran Canaria, como ellos mismos señalan.
En su mensaje, enviado a un buen número de representantes públicos de Canarias, proponen una decena de mesas y/o líneas de trabajo que creo que van en la dirección correcta. A través de estos grupos de discusión se pretende analizar el impacto en Canarias de los cambios globales, el alcance de la apuesta por la economía circular, el pacto de los alcaldes por el clima y la energía sostenible, la mejora de las competencias de los demandantes de empleo o el papel de la educación para la sostenibilidad. Por supuesto el turismo, como principal sector económico tiene un papel destacado, proponiendo analizar su relación con la sostenibilidad, la formación y capacitación para esta actividad, el emprendimiento en el sector, y un tema que ha estado en el debate público en los últimos meses como es el turismo, la fiscalidad y la sostenibilidad económica.
La crisis del coronavirus ha llegado después de la que muchos han llamado la “década perdida” originada por la crisis financiera de 2008. Durante casi diez años las políticas de austeridad y recorte del estado del bienestar dejaron un panorama desolador en Canarias del que todavía no nos habíamos recuperado. Nuestro diferencial de renta con las regiones europeas ha aumentado, siendo nuestro producto interior bruto per cápita del 69% de la media de los países de Unión Europea.
No podemos permitirnos otra década o lustro perdidos, de empeoramiento de las condiciones de vida de nuestra gente. Estamos en un momento definitorio que va a marcar nuestro futuro. Si bien la crisis está siendo muy dura y la situación social y económica resultante será muy difícil, también supone una oportunidad sin precedentes de transformación de nuestro modelo económico y social para hacer de Gran Canaria y del conjunto de Canarias un referente internacional de bienestar y sostenibilidad. De esta crisis solo podremos salir con más justicia social y ambiental, con más democracia real, con más servicios públicos universales (educación, sanidad, políticas sociales…), con la recuperación por parte del Estado de muchas de sus responsabilidades privatizadas, con la necesaria reconstrucción europea (más Keynes y menos Hayek o Friedman), con un modelo de desarrollo insular con más investigación científica, innovación y desarrollo, con más sociedad del conocimiento, con más diversificación y soberanía económica, energética y alimentaria, con más cultura, igualdad, identidad, cohesión social y participación frente al hiperindividualismo… Con el modelo de ecoisla que engloba todos estos conceptos, que defendemos con toda el alma para Gran Canaria y que necesita de complicidades colectivas, orgullo y sentido de pertenencia. Como dice la campaña del Cabildo, Juntos Salimos de Esta.
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria