La sequía que afecta a nuestra isla, fruto del calentamiento global, genera preocupación e incertidumbre en municipios del interior y en sectores agrícolas y ganaderos de nuestras cumbres y medianías. Si bien es cierto que Gran Canaria avanza en un 80% hacia la desertización, la realidad es que hoy en día la escasez de agua está controlada y se dispone de la cantidad suficiente para la agricultura en la cuenca sur-suroeste -la más afectada- para al menos una temporada agrícola.
Para finales del año 2023 o principios del 2024, el agua producida en la desaladora que estamos construyendo en Arguineguín empezará a entrar en Salto de Chira y, por tanto, a llenar las presas de Chira y Soria. Pero si, mientras llega ese momento, hiciera falta agua, no habría problemas porque se ha construído una red de suministro y distribución de agua regenerada desde Las Palmas de Gran Canaria a Fataga.
Para que esta seguridad hídrica se extienda al conjunto de las medianías y cumbres de Gran Canaria, el Cabildo, a través del Consejo Insular de Aguas y de Soberanía Alimentaria-Sector Primario, ha elaborado una estrategia encaminada a garantizar -mediante la compra de infraestructuras; convenios con Heredades; inversiones en redes de riego y distribución; construcción de embalses y depósitos, etc.- que no falte el agua en el conjunto del territorio insular y que el agua de la cumbre permanezca en la cumbre, que es donde debe estar para permitir la pervivencia de nuestra agricultura y ganadería, para luchar contra los incendios, para proteger nuestro territorio, nuestro paisaje y nuestra biodiversidad…
Según las Naciones Unidas, la seguridad hídrica forma parte esencial del desarrollo sostenible y sus objetivos estratégicos. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, sobre agua y saneamiento, tiene la finalidad de garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para toda la población. El Cabildo de Gran Canaria ha elaborado -ha sido la primera administración en hacerlo- una Estrategia para la Adaptación y la Mitigación del Cambio Climático. Somos conscientes de que la seguridad hídrica es uno de los pilares fundamentales de la sostenibilidad y por eso ocupa un lugar relevante en ese modelo de ecoísla que defendemos.
¿Cuál es la realidad hídrica actual de Gran Canaria? Las islas Canarias forman parte de la España seca, en la que se dan muy escasas precipitaciones que se extiende ya casi una década. Cuando esto sucede, nos encontramos ante el inicio de una sequía.
Se manejan datos que corroboran que, al menos desde 2015, existe un déficit de precipitaciones generalizado, aunque algunos datos reflejan que ya desde 2012 la precipitación media anual de muchas zonas es inferior a la media. En cualquier caso, este periodo seco tiene un reflejo cierto e inmediato sobre la realidad hídrica insular. En concreto y de forma directa, sobre el volumen de agua almacenada en las presas aunque también tiene además otros efectos menos inmediatos sobre la recarga de los acuíferos.
La realidad palpable es que esa ausencia de lluvias supone que los volúmenes almacenados vayan disminuyendo progresivamente hasta desaparecer en gran parte del conjunto de presas que salpican nuestra orografía. Esta es nuestra situación actual. Aunque no se trata de una realidad que ataña únicamente a Gran Canaria, ni siquiera es exclusiva de las Islas Canarias. Según diversos estudios, la sequía afecta al 64% de Europa.
La tendencia general en las precipitaciones es claramente descendente. En los últimos seis años (periodo 2015-2020), la precipitación registrada en Gran Canaria no llega al 75% de la esperable por valor medio, con tres de los seis registros en el entorno del 50% del valor esperable.
Esto afecta de manera diferente a la costa y a la cumbre. En zonas costeras la resiliencia del sistema es mucho mayor ya que, ante la ausencia de recursos superficiales, se recurre al agua industrial para cubrir las demandas, mientras, en las zonas de medianías y cumbres, al no existir alternativa, cuando escasea el recurso superficial no existe un recurso artificial que lo sustituya.
En definitiva, desde el punto de vista de la gestión de los recursos hídricos, las zonas de medianías y cumbres deben autoabastecerse de agua procedente de su ámbito, tanto desde el punto de vista del sector primario como desde el punto de vista del abastecimiento a la población.
Además, no es factible elevar agua industrial de forma generalizada a cotas muy altas, por su gran coste energético, salvo por la excepción de Salto de Chira, que es un proyecto singular basado en un aprovechamiento del excedente de energías renovables y con un canon anual de seis millones de euros, que recibirá el Cabildo y que podrá dedicar a abaratar el coste del agua de riego.
¿Qué se puede hacer y qué estamos haciendo frente a esta situación? Ante la reducción de recursos hídricos, hay que incrementar la capacidad de producción de agua industrial, tanto de agua regenerada como desalada, aunque la regenerada solo se puede utilizar para uso agrícola y no doméstico. De esta manera aumenta la capacidad de introducir agua en el sistema y se da la oportunidad de que se reduzca la tasa de trasvases desde la cumbre a la costa.
Hay dos obras que son clave para aumentar la disponibilidad de agua. La primera es la ampliación de la planta desaladora de Arucas-Moya que, por su ubicación, tiene un ámbito de influencia enorme, abarcando casi todo el litoral norte de la isla. Ya cuenta con un proyecto y su coste se estima en unos veinte millones de euros. La segunda pasaría por incrementar la capacidad del terciario de Barranco Seco, que es el corazón de la red de distribución de agua regenerada, para disponer de un mayor volumen de esta agua en todo el sistema insular. En este caso estamos hablando de unos quince millones de euros de presupuesto.
Es necesaria asimismo una gestión integrada de cuencas y convenios de intercambio con heredades, comunidades y grandes usuarios. Esta es la mejor herramienta para contrarrestar el efecto de lo que se ha venido a denominar los trasvases cumbre-costa, porque existen recursos hídricos en las zonas de medianías y cumbres que están siendo desplazados a zonas costeras, en virtud de unos derechos perfectamente vigentes de las heredades y comunidades de regantes.
Por ello, creemos que, en paralelo al Salto de Chira como trasvase de la costa a la cumbre, debemos dotarnos de las herramientas colaborativas oportunas, en forma de convenios, acuerdos o cualquier otra fórmula pertinente, con heredades, comunidades de regantes o ayuntamientos, que permitan adoptar medidas de gestión y afrontar los efectos económicos de estas actuaciones.
En este sentido, ya estamos trabajando en un convenio de intercambio con la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, en un acuerdo de gestión integrada de la cuenca del Guiniguada con la Junta Permanente de Heredades de Las Palmas, Dragonal, Bucio y Briviesca y otro convenio de cesión de infraestructuras de captación y almacenamiento de aguas superficiales propiedad del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. En total esto nos permitirá incrementar los recursos en cumbres y medianías en casi un millón de metros cúbicos.
Pero también son necesarias nuevas infraestructuras de riego y canalización de aguas. Contamos con 1,8 millones de euros de inversiones en redes de riego en ejecución y casi tres millones de euros en inversiones en redes de riego en licitación. A esto habría que sumar diversas actuaciones en el marco del proyecto la Cumbre Vive, los sistemas de depuración natural en diferentes núcleos aislados de los municipios de Tejeda, Artenara, Gáldar y Agaete, la adquisición de patrimonio hidráulico, la ampliación de la depuradora de Bocabarranco o el sistema de distribución de aguas procedentes del Salto de Chira.
Si tenemos en cuenta todas las actuaciones en ejecución o proyectadas, estamos hablando de más de cien millones de euros con los que aspiramos a garantizar la seguridad hídrica de la isla y adelantarnos al escenario de escasez derivada del cambio climático.
Aseguramos de esta manera también, insisto en ello, las formas de vida de miles de personas de medianías y cumbres que dependen de la agricultura y la ganadería para vivir, garantizamos la protección de nuestros ecosistemas, luchamos contra la desertización y nos dotamos de recursos para prevenir y combatir los incendios forestales. La seguridad hídrica es garantía de futuro, de sostenibilidad y de bienestar para Gran Canaria.
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria